sábado, 16 de noviembre de 2013

Crítica de El Abogado del Crimen (The Counselor)


Ahora comprendo porque fracasó en generar una audiencia en los Estados Unidos. En cierto modo es comprensible la poca atracción por tratarse de una adaptación cruda del narcotráfico. Básicamente no es nada nuevo, considerando  Tráfico, Salvajes y El Infierno, la diferencia es que aquí todo se concentra en un intenso drama personal mientras las otras  fueron más de aspecto contextual donde los personajes jugaron un papel secundario a las acciones de la trama.

El reparto estelar es la verdadera garantía de este filme y la razón por cual deba verse porque esta historia contada desde sus percepciones se desenvuelve como una travesía cognitiva que te pone a pensar en la vida misma y de cómo somos ciegos a lo estable por el deseo de siempre querer tener más. Por esa razón, los actores se definieron adecuadamente, estudiando los antecedentes planteados y aprovechando el tiempo administrado para brillar en sus secuencias culminantes.   

Anteriormente observamos a Michael Fassbender que podía ser un mutante emotivo en X-Men: Primera Generación y un robot frívolo pero con conciencia en Prometeo. Esta vez adopta los mejores elementos de ambos papeles y los lleva al extremo entregando una poderosa caracterización del clásico y supuesto preparado hombre de leyes. La química con Penélope Cruz denota esfuerzo pero debido a ser un elemento inocente, no tiene tanta fuerza hasta su última escena.  

Probablemente Malkina sea la verdadera estrella de esta función enferma ya que Cameron Diaz no sólo es sublime en este atractivo rol sino su actitud de psicópata, fría, manipuladora, inmoral y ambiciosa la hacen destacar en cada una de sus escenas. Su interacción con el elenco y su entorno son fascinantes, uno puede sentir el porvenir de la tragedia aunque no imagina que de verdad suceda por iniciativa suya. El sexo en el carro y la confesión con el padre podrían ser los momentos por los cuales pudiera recibir futuras nominaciones.

Javier Bardem es la oposición a lo establecido. Pese a su naturaleza criminal, simpatizamos con este individuo no sólo por su carisma sino por su directa honestidad en que se destaca dentro de este negocio. Como todo, la intención principal es obtener millones a sabiendas de que un día podría ponerlo al borde de la muerte. Lo mismo aplica para Brad Pitt cuya interpretación compleja es sorpresiva para su tiempo limitado.

Afuera de las actuaciones, el vestuario diseñado por Janty Yates es uno de los mejores para un filme de esta naturaleza, vemos lo típico en el fondo pero en primer plano, los protagonistas lucen como famosos. Bardem fue vestido con informalidad y una diversa gama de colores vicos para armonizar con su conducta extrovertida. Fassbender y Cruz generan ese status envidiable gracias a la contribución de Giorgio Armani. Por otro lado, la diseñadora Paula Thomas se encargó de los 15 vestuarios que le dieron más tenacidad a Diaz.

La edición fue básica, en momentos uno se perdía con las escenas del narcotráfico por contener varios participantes en lugar de uno solo, pero asumo esa es la forma de trabajo de este inframundo.  La cinematografía no es la típica de Ridley Scott y ello me asombra porque siempre solía embellecer los alrededores sin importar el género y ahora no fue el caso. Toda su dirección gira a la validación del contexto y en conclusión, es una película bien ejecutada.  

El Guion no cabe en lo usual, uno va con las intenciones de ver ráfagas de balaceras o justicia propia pero tampoco fue la excepción. Scott es fiel a los sucesos narrados por Cormac McCarthy. Cualquiera que haya visto Sin Lugar para los Débiles, sabrá exactamente el estilo empleado, realmente no es distinto, a excepción de presenciar mejores actuaciones y un trama sin rodeos.   

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