domingo, 1 de diciembre de 2013

Crítica de Capitán Philips (Captain Philips)


Capitán Philips narra el intenso secuestro que experimentó la tripulación del Maersk Alabama por los piratas de Somalia. Como cualquier día, Richard Philips se prepara para navegar rumbo a Mombasa tomando las debidas precauciones del navío. Debido a varios reportes de piratería, decide llevar a cabo un ejercicio de entrenamiento resultando en una amenaza real. Este giro de eventos lo pondrán al límite ya que Philips tendrá que recurrir a sus instintos y experiencia en orden de poder sobrevivir.

Pese a la ligera controversia sobre la autenticidad de los sucesos, el guión de Billy Ray está basado en el libro A Captain’s Duty: Somali Pirates, Navy SEALs and Dangerous Days at Sea, mismo que escribió Richard Philips con el apoyo de Stephan Talty. Si este escenario fue alterado, ha de haber sido en cuestiones de suspenso ya que el director Paul Greengrass confirmó haber filmado una adaptación exacta a las acciones desarrolladas entre los días 8 y 9 de abril de 2009. 

Dicho lo anterior, el guión es indudablemente una joya preciada por su excelente desarrollo de personajes a través de los escenarios progresivos. Aquí los efectos especiales son los diálogos porque las interacciones entre protagonista y antagonistas son sublimes. En parte a su experiencia en Plan de Vuelo y Los Juegos del Hambre, Ray supo como describir a los personajes dentro de estos espacios reducidos y por ende, el elenco inmediatamente se responsabilizó en estos roles aprovechando hasta el más mínimo detalle.

No se trata de una producción lujosa como La Supremacía Bourne y Bourne: El Ultimato, pero debe admirarse el grado de complejidad emitida por Paul Greengrass. Fácilmente entrega más de lo que muchos esperamos: doble la actitud, doble la tensión. Debe aplaudirse esta coordinación de los distintos elementos  por su extraordinario enfoque. Los sucesos simplemente siguen su propio ritmo generando esa atmosfera tétrica la cual  va incrementándose hasta ponerte al borde de tus propias emociones.

Hacía mucho tiempo que realmente no me metía dentro de un relato  pero esta conexión emocional se debe a la perfecta interpretación de Tom Hanks como el Capitán Philips. La mayoría ha estado familiarizado con este aclamado maestro, pero había sido un buen rato que no habíamos visto una poderosa actuación y por tanto, estoy seguro que lo veremos en la siguiente oleada de nominaciones  y con altas posibilidad de llevarse su tercera estatuilla porque su expresión durante el clímax desgarra hasta el corazón más frío.     

Tampoco descartemos a Barkhad Abdi cuyas dos frases en los avances son sólo una prueba de lo memorable que puede llegar a ser en pantalla. Tratándose de su debut, Abdi muestra tener talento para esta clase de villanía porque su misma novatada le benefició a su perfil porque también podemos observar su grado de crecimiento al verse enrollado en un plan no anticipado. Obviamente Hanks comparte este logro porque la relación secuestrador-secuestrado tiende a percibirse como maestro-aprendiz.

Del mismo modo, está dinámica saca lo mejor del resto del elenco. Honestamente la cinematografía es bastante simple pero los actores la aprovechan al máximo. Con ello me refiero a las escenas dentro del Maersk Alabama, el USS Bainbridge y el bote salvavidas.  Las tácticas militares, las negociaciones y el drama fueron editadas con calidad visual, excelente sonido y composición musical. La cámara no suele estar fija pero aun así el movimiento no excede de lo tolerable.

Por tanto, la colaboración inusual de Greengrass y Hanks concluyó en una de las mejores películas del año. No cualquier recuento de hechos verídicos suele cumplir con las expectativas, previamente Argo lo hizo con honor pero debo admitir que Capitán Philips demostró ser todavía más superior a lo acostumbrado por desenvolver al máximo el vínculo entre actor y circunstancia. Sería un rotundo error perderse esta conmovedora travesía porque esta clase de cine no tiende a verse en Hollywood. 

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