sábado, 18 de julio de 2015

Crítica de Ant-Man: El Hombre Hormiga


Con el objetivo de salvar al mundo, el exconvicto Scott Lang adopta la identidad del Hombre Hormiga a petición de Hank Pyme, el científico y creador de la partícula del encogimiento.  En compañía de Hope y otros aliados, se dan a la tarea de detener a Darren Cross de llevar a cabo la réplica de esta amenazante y secreta tecnología.

Había inquietud sobre la dirección detrás de este nuevo superhéroe, ya que desde un principio se ha sabido de las dificultades con las que ha lidiado la producción tras la salida abrupta de Edgar Wright cuyo guión respetó su esencia a pesar de haber sido modificado por Joe Cornish, Adam McKay y hasta el mismo Paul Rudd.

Peyton Reed no es ningún experto en el género, a excepción de la comedia. Habiendo logrado éxitos como Sí Señor y Viviendo Con Mi Ex, pudo inyectar ese sentido del buen humor mediante ocurrencias físicas. En sintonía con Guardianes de la Galaxia, Reed se toma la libertad de no seguir al pie de la letra los lineamientos esperados de una película de Marvel.  

Existen referencias a Los Vengadores, S.H.I.E.L.D. y hasta HYDRA más no se vuelve el enfoque central. Aquí se presta para diseñarse múltiples escenarios y Reed hace exactamente eso, deja volar su imaginación manteniéndose en el borde de la fantasía. No satura el contenido ni tampoco compensa, al contrario, nos sorprende con un estilo táctico, metódico e irrespetuoso.

Podría decirse que está más en liga a la primera fase por concentrarse en otro relato de orígenes, lo cual a estas alturas es bien recibida por recordarnos lo bueno que suele ser Marvel en esta área ya que cuando abarca secuelas, tiende a sobre emocionarse, con la excepción de Capitán América: El Soldado del Invierno. 

Tanto cinematografía como su edición son estables. Ver las instalaciones de los Vengadores fue emocionante como sus directas referencias a través del prólogo, el intermedio y su conclusión. En cierta manera se burla del contexto de La Era de Ultrón y aprovecha para moldear el panorama anti Stark para Capitán América: Guerra Civil.

Aplaudo el gran riesgo que corrieron con los Efectos Especiales, nada fácil ante su escala simplificada. Realmente se diferencia del resto de los superhéroes, incluyendo a los de DC Comics. Dicho esto porque suele tornarse anticlimática, pero de igual forma uno termina disfrutándola porque tiene corazón pese a estar la mayor parte del tiempo burlándose de su propio contenido.      

He aquí una similitud con Guardianes, la total carencia de seriedad. Esto la hace difícil de tomarla en serio. No obstante, una de sus debilidades recae en su desinspiradora música. Hizo falta hacer unos ajustes en sus melodías para que conectaran con la atmosfera sentenciada. 

De ahí en fuera, Paul Rudd no será la gran revelación como lo fue Chris Pratt ni tampoco estará a la altura de Robert Downey Jr. o Chris Evans, pero de que se esfuerza, se esfuerza y por lo tanto se aprecia la comodidad en la que se desenvuelve. Es de esperarse muy buenas cosas en el futuro, es casi un hecho y se lo merece.

No obstante, las verdaderas joyas son Michael Douglass y Corey Stoll. El veterano y el villano, ambos limitados por el tiempo pero de igual forma no les impidió dejar su huella. Como que el guión sacrificó su trasfondo para darle cavidad a la ejecución de la misión, la cual nunca llega a desenvolverse en su plena capacidad.

Evangeline Lilly es perfecta como Hope y algo me dice que seguirá siéndolo. Michael Peña es la fuente de comedia, lo cual es bueno porque roba pantalla con sus excentricidades. Siempre es un placer contar con Hayley Atwell como la Agente Carter aunque la verdadera emoción fue contar con Anthony Mckie en una capacidad combativa como el Halcón.

Lo anterior en conjunto con la junta de S.H.I.E.L.D., el robo a la casa de Pym, la intrusión al Edificio de Tecnologías Pym y la batalla final, resumen a esta primeriza adaptación en una muy buena experiencia cinematográfica. No al nivel de Guardianes o Capitán 2, pero al menos sí le da una buena cachetada a Avengers 2.

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