lunes, 17 de agosto de 2015

Crítica de La Dama de Oro (Woman in Gold)


Basada en la vida real de Maria Altmann, La Dama de Oro narra la disputa legal llevada a cabo por esta refugiada judía y su joven abogado Randy Schoenberg contra el Gobierno de Austria con el objetivo de reclamar la pintura icónica de la Tía Adele Bloch-Bauer I la cual le fue arrebatada a su familia por los Nazis poco antes de la Segunda Guerra Mundial. 

Cinematográficamente hablando es una adaptación que destaca por su cultura, arte e historia. Las localizaciones se aprovechan dentro de su edición y su contexto socio-político es fácil de entender, siempre y cuando prestemos suma atención. Como nos enganchamos desde el primer minuto, dudo que nos perdamos en su contenido al menos que realmente no nos interese.

Similar a Operación Monumento y Ladrona de Libros, la dirección de Simon Curtis nos impacta en la misma tradición debido al excelente equilibrio que ejerce entre el humor y el sentimiento humano. Tratándose de su segunda película, hubo una gran mejoría de Mi Semana con Marilyn, puesto que los personajes y sus circunstancias se sienten auténticos.

La atmosfera cambia con cada acción vista en el pasado y en el presente; y de acorde a su divertido fondo nos hace cuestionarnos. Históricamente es abrumante y culturalmente enriquecedora, obviamente habrá quienes la desecharan por su núcleo controversial ya que expuso el gran alcance de aquellos crímenes de guerra posterior al holocausto.

Tampoco se resume a un guión melodramático de Alexi Campbell, la clave radica en la comprensión. El perdón hacía estas atrocidades suele tardar décadas en darse, al igual la paz y aún más la justicia cuando se hace hasta lo imposible por mantenerse oculto con tal de no verse afectadas ciertas economías, por no referirse a algunas carteras o cuentas corporativas.  

En sí nos cautiva la presencia de Maria y la perseverancia de su abogado Randy, ya que dependieron de ellos mismos para lograr su acometido y vaya que no fue nada fácil. Ambos tuvieron que confrontar su terrible pasado, recapacitar en el presente y experimentar algunas humillaciones en su futuro.

Dicho lo anterior, es evidente que Helen Mirren cumple con las expectativas esperadas en María Altmann. Además de inyectarle su status de clase, le hace justicia al representar cada uno de sus temores, frustraciones, desesperanzas, sabiduría y valentía. Quizás nos sorprenda el próximo año con una nominación a Mejor Actriz Principal, honestamente se lo merece.

A Tatiana Maslany le tocó cubrir la juventud de María Altmann durante su estancia en Viena con su familia y su huida a los Estados Unidos. Estas retrospecciones nos mantuvieron sumergidos en el suspenso, sobretodo la persecución donde nos esperábamos hasta lo peor. Al igual que Mirren, entrega su corazón.

Si no fuese por sus desenfrenados clichés,  Ryan Reynolds ya estuviese a la altura de Bradley Cooper o Leonardo Dicaprio. Después de haber interpretado a Randol Schoenberg, como que Deadpool no era la mejor forma de proceder, menos con esa desfachatez humorística. Pocos son los actores que nos contagian y al lado de Mirren, Reynolds lo hace de maravilla.     

En el de por sí estable reparto, debo destacar las brillantes participaciones de Daniel Bruhl como Hubertus Czernin y Katie Holmes como Pam Schoenberg. A pesar de tener su tiempo contado, ambos dan su máximo esfuerzo y en el proceso se sitúan en el mismo plano de los protagonistas.  

En conclusión, la producción de Curtis y Campbell le hace justicia no sólo a la identidad de la protagonista sino a los eventos que la condujeron a huir de Viena y a luchar por lo que realmente era suyo.

No hay comentarios: